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Sistemas de Indicadores Sociodemográficos en el Sistema Estadístico de la Ciudad: una mirada sobre su construcción y aportes al análisis integrado de los procesos sociales
Sistemas de Indicadores Sociodemográficos en el Sistema Estadístico de la Ciudad: una mirada sobre su construcción y aportes al análisis integrado de los procesos sociales
Población de Buenos Aires, vol. 19, núm. 31, 2022
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
Recepción: 12 Agosto 2022
Aprobación: 28 Noviembre 2022
Resumen: Los sistemas de indicadores son herramientas que buscan proveer información integral, relevante, mensurable, confiable y oportuna sobre temas de interés a distintas personas usuarias. En ese sentido, la Subdirección de Estadísticas Sociodemográficas de la Dirección General de Estadística y Censos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires diseñó e implementó, en los últimos años, un conjunto de sistemas que abordan distintos fenómenos sociales que permiten analizar tendencias y disparidades al interior de la Ciudad. Dichos sistemas requieren del desarrollo de abordajes conceptuales, la disponibilidad de información y la interrelación con actores sociales y gubernamentales en tanto personas productoras y usuarias de información. En el presente informe se tratan antecedentes, agendas internacionales y su importancia y aportes a las políticas públicas.
Palabras clave: sistemas de información, indicadores sociales, marcos conceptuales, medidas estadísticas, políticas públicas.
Abstract: Indicator systems are tools that seek to provide comprehensive, relevant, measurable, reliable, and timely information on issues of interest to different users. In that sense, Sociodemographic Statistics Subdireccion of the General Directorate of Statistics and Censuses of the Buenos Aires City Government designed and implemented, in recent years, a set of systems that address different social phenomena, allowing the analysis of trends and disparities within the City. These systems require the development of conceptual frameworks, the availability and access to data, and the interrelationship with different social and governmental actors as both producers and users of such information. This report deals with its background, international agendas and their importance and contributions to public policies.
Keywords: information systems, social indicators, conceptual frameworks, statistical measures, public policies.
Introducción
El presente informe tiene como finalidad hacer un recorrido por una de las herramientas que la Dirección General de Estadística y Censos (DGEyC) utiliza para la elaboración, articulación y divulgación de información estadística relativa a cuestiones y problemáticas de interés social: los Sistemas de Indicadores.
Actualmente en el sitio web de la Dirección se pueden visitar y consultar en la sección “Portales”1 los siguientes sistemas de indicadores sociales y demográficos que tienen como finalidad reflejar situaciones y tendencias en distintos ámbitos de la realidad social: Sistema de Indicadores de Género, Sistema de Indicadores de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, Sistema de Indicadores Demográficos, Pandemia y Género en la Ciudad, Sistema de Indicadores de Cuidado BA.
Cada uno de ellos tiene un recorrido de diseño e implementación y un marco conceptual específico que lo define y delimita. Pero, en conjunto, aportan a una mirada integrada de los fenómenos sociales y demográficos, a partir de encuadres conceptuales y metodológicos ordenadores. En efecto, los indicadores representan importantes herramientas para la toma de decisiones toda vez que transmiten información para conocer y describir situaciones y para valorar el cumplimiento de metas y objetivos fijados en las políticas públicas.
En este informe, se abordan características generales de los sistemas de indicadores relativas a los objetivos que persiguen, sus aportes y su diseño. Asimismo, se rastrean y describen los antecedentes a nivel internacional y nacional que sirven de guía para pensar sistemas adaptados a la realidad específica de la Ciudad. En tal sentido, se desarrolla la historia y el contexto de elaboración y publicación de cada uno de los sistemas en la DGEyC.
Con el objetivo de mostrar la información que los sistemas de indicadores contienen al momento, se presenta al final (en el Anexo) una selección de indicadores provenientes de cada uno de ellos con los enlaces al sitio web donde se puede acceder al conjunto de información que compone cada sistema.
Qué es un sistema de indicadores: objetivo, estructura y marcos de referencia
Los sistemas de indicadores —que hoy existen en buena parte de las oficinas de estadística nacionales y subnacionales— pueden definirse como un conjunto de medidas o datos estadísticos que tienen como objetivo proveer información integral, relevante, mensurable, confiable y oportuna sobre distintos temas de interés. Una cualidad deseable es que brinden la posibilidad de hacer comparaciones temporales y desagregaciones territoriales, político-administrativas y para distintos grupos según determinadas características (como sexo, edad, nivel socioeconómico u otra) que den cuentan de tendencias y condiciones de disparidad existentes. Son un instrumento de importancia para la toma de decisiones, en la medida en que permiten apreciar situaciones, valorar el cumplimiento de metas y mejorar los procesos de formulación, monitoreo y evaluación de políticas públicas.
Como sostienen Martínez Martín y Moreno García (2012):
Los sistemas de indicadores sociales constituyen en la actualidad una herramienta fundamental al servicio de la investigación y de las administraciones públicas. El avance tecnológico en un contexto de creciente globalización, ha permitido el desarrollo de esta técnica de obtención de información con el propósito de poder conocer diferentes aspectos de la realidad social, económica y política a niveles macro. (p. 863)
La construcción y selección de los indicadores, en el contexto de cualquier sistema, se fundamenta y organiza a partir de un marco de referencia que orienta la definición de dimensiones. Estas dan cuenta de los principales aspectos relacionados con cada problemática según el conocimiento acumulado tanto a nivel nacional como internacional. Asimismo, es preciso que la selección de indicadores se sustente en criterios tales como su relevancia y oportunidad (que expresen lo que pretenden medir), su mensurabilidad (que midan lo que intentan conocer), su disponibilidad en el tiempo (de modo de poder observar los fenómenos cronológicamente y así establecer metas). No menos importante es la condición de que los indicadores estén basados en información objetiva relacionada con metodologías y procedimientos fundamentados y publicados.
Ya en los años 70, Naciones Unidas había planteado algunos de los desafíos más importantes que tiene la construcción de un sistema de indicadores sociales y demográficos. Por un lado, la complejidad de todo sistema obliga a organizarlo en partes (dimensiones) que no necesariamente se encuentran vinculadas entre sí. Por el otro, la utilización de distinto tipo de unidades de análisis (población, hogares, instituciones, entre otras) y unidades de medida, vuelve necesario hacer enlaces tanto dentro como entre los tipos de información (Cecchini, 2005).
En la mayoría de los casos, los sistemas de indicadores se nutren de la información estadística proveniente de registros administrativos, de censos de población y de encuestas a hogares. La necesidad de contar con información disponible en cada momento condiciona la construcción de indicadores y plantea desafíos respecto a la relación costo-beneficio de encarar relevamientos que indaguen acerca de temas y subtemas sustanciales; esta cuestión también obliga a considerar la importancia de la agilidad en el acceso y explotación de datos registrados por las distintas áreas de gobierno para la generación de estadísticas oficiales.
En general, en diseño de los sistemas coexisten indicadores que, acorde a las características de la fuente de información, pueden ser actualizados en forma anual y sirven de base para el seguimiento y monitoreo continuo; a estos se suman otros que, por la periodicidad de los datos, la necesidad de operativos específicos o en la medida que dan cuenta de fenómenos estructurales, aportan información más espaciada e incluso de contexto. En algunas circunstancias, se enfrentan situaciones en que determinados indicadores no pueden ser actualizados por razones de distinta índole, como, por ejemplo, interrupción o cambios en la producción del dato. En relación con la implementación de sistemas de indicadores en las distintas direcciones de estadísticas, García Martínez (2000) advierte:
Los sistemas de indicadores sociales constituyen en la actualidad una herramienta fundamental al servicio de la investigación y de las administraciones públicas. El avance tecnológico en un contexto de creciente globalización, ha permitido el desarrollo de esta técnica de obtención de información con el propósito de poder conocer diferentes aspectos de la realidad social, económica y política a niveles macro. (p. 863)
En todos los casos, sea cual sea el problema sobre el que hacen eje, los sistemas de indicadores resultan miradas particulares sobre realidades construidas desde marcos conceptuales y, por esto mismo, requieren ser complementados. Pero no por eso dejan de ser instrumentos para captar, organizar, evaluar y procesar información con el objetivo de difundir conocimientos y caracterizar una situación o momento que contribuya a la toma de decisiones de políticas y a formular escenarios a futuro. Las consideraciones mencionadas hacen referencia a la necesidad de compatibilizar definiciones amplias, abarcativas e ideales con criterios de factibilidad que posibiliten que un sistema de indicadores pueda ser finalmente diseñado e implementado (Naciones Unidas 2006a citado en Ferrer Lues, 2007).
El Código de Buenas Prácticas de las Estadísticas Oficiales de la Ciudad de Buenos Aires, que elaboró la DGEyC, basado en los principios fundamentales de las estadísticas oficiales y las mejores prácticas internacionales sostenidos por las Naciones Unidas, CEPAL y EUROSTAT, define como uno de sus principios la accesibilidad y claridad de la información. En tal sentido, enuncia que “las estadísticas oficiales y sus respectivos metadatos se dan a conocer a los usuarios de manera clara y precisa con la finalidad de facilitar su correcta interpretación y comparaciones significativas” (Zuloaga et al., 2017, p. 183).
Los metadatos2 resultan indispensables para que la población usuaria comprenda el significado de los indicadores, su forma de construcción y los detalles que afectan sus valores; además, son fundamentales para las comparaciones interjurisdiccionales. En general, apuntan a responder a las preguntas quién, qué, cuándo, dónde, por qué y cómo, sobre cada una de las facetas relativas a los datos que se documentan.
Acorde a dicha pauta, los sistemas de indicadores presentan para cada indicador su ficha técnica, la cual contiene definiciones, fuentes y metadata complementaria, así como —cuando corresponde— una indicación de su contribución al monitoreo y seguimiento de metas establecidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Antecedentes: sistemas de indicadores en el país y en el mundo
Los primeros desarrollos de sistemas de indicadores sociales se pueden rastrear durante los años 60 e inicios de los 70, y fueron elaborados por grupos académicos y de expertos en Estados Unidos y Europa, a los que más tarde se sumaron propuestas llevadas a cabo por organismos internacionales como la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) y las Naciones Unidas, que tenían como objetivo alcanzar en el campo social un sistema semejante al sistema de Cuentas Nacionales. Desde los años 90, los diseños de indicadores estuvieron asociados al seguimiento de metas de desarrollo y temáticas sociales específicas acordadas por los países en distintas conferencias y cumbres3 internacionales como los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y Sistemas de indicadores relativos a la situación de la mujer o la situación de niños y niñas (Cecchini, 2005).
En Argentina, se puede rastrear desde el año 1971 estudios desarrollados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) con la intención de evaluar la implementación de un sistema de indicadores sociodemográficos a nivel nacional que, en años posteriores, se consolidó en el Sistema Integrado de Estadísticas Sociodemográficas (SESD) y que, a partir de 1992, se divulgó en la serie de publicaciones titulada Situación y Evolución Social: Síntesis. Este programa se llevó a cabo en forma conjunta con las Direcciones Provinciales de Estadística e incluyó posteriormente la producción de indicadores sociodemográficos comparables a nivel provincial y de departamento.
A mediados de los años 90, frente a los cambios que tuvieron lugar en el país en materia de regulación económica y en el mercado de trabajo y las consecuencias que de allí se derivaron en términos de desigualdad y exclusión social, se propuso un rediseño del sistema que aportara información para la identificación de grupos sociales y regiones geográficas más desfavorecidos para que resultara útil en el diseño de políticas sociales (Maguid, 2000).
Actualmente, en el contexto de la Agenda 2030 establecida en 2015 y en continuidad con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), los países miembros de Naciones Unidas definieron 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas que cada país debe adaptar a su realidad nacional para lograrlos. Esos objetivos tienen como finalidad monitorear los avances en torno a determinados ejes como la eliminación de la pobreza, el hambre, el sida y la discriminación contra mujeres y niñas, entre otros, en el contexto de alcanzar un desarrollo sostenible que integre la dimensión económica, la social y la medioambiental. En este marco, los sistemas de indicadores resultan indispensables para el seguimiento de las metas establecidas.
Por otra parte, desde 2011 la OCDE impulsa un Sistema de Indicadores de Bienestar en respuesta a la necesidad de desarrollar nuevos instrumentos que reflejen las condiciones de vida que experimentan las personas. Para ello, se realiza un abordaje pluridimensional que hace foco en tres ejes: las condiciones materiales, la calidad de vida y la sustentabilidad. Estas se desagregan, por un lado, en 11 dimensiones relacionadas con el bienestar actual (ingresos y riqueza, empleo, vivienda, salud, educación y competencias, calidad del medioambiente, bienestar subjetivo, seguridad, equilibrio entre vida-trabajo, relaciones sociales y compromiso cívico) y son medidas mediante promedios, privaciones, desigualdades horizontales y verticales entre grupos; por otro lado, se consideran 4 dimensiones sobre recursos sistémicos que influyen en el bienestar futuro (capital natural, capital humano, capital social y capital económico) mediante la utilización de indicadores de stocks, factores de riesgos, flujos, resiliencia.
A partir de la sanción de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño (CDN), en 1989, diversos organismos internacionales, como el Instituto Interamericano del Niño, la Niña y Adolescentes o UNICEF, han propuesto su operacionalización por medio de indicadores sociales, con el propósito de contar con datos confiables para el monitoreo del cumplimiento o la vulneración de los derechos de la niñez y adolescencia. En nuestro país, UNICEF ha trabajado en la elaboración de indicadores y Tableros4 para el seguimiento de la situación de los niños, niñas y adolescentes que viven en Argentina. Estos tableros contienen información sobre la situación de la niñez y adolescencia, en diferentes temáticas como educación, salud, protección, inclusión social y comunicación y presentan los indicadores seleccionados con diferentes niveles de desagregación a nivel nacional, provincial y departamental.
En relación con la problemática sobre equidad de género, la División de Asuntos de Género de la CEPAL, en el marco de lo acordado en la décima Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe celebrada en Quito, Ecuador en 2007, diseñó el Observatorio de Igualdad de Género de modo de poner a disposición indicadores que permitieran seguir el cumplimiento de metas y objetivos internacionales en torno a la igualdad de género en la región5. El enfoque adoptado tiene como eje central el concepto de Autonomía, que se define como la capacidad y las condiciones concretas con las que deben contar las mujeres para tomar libremente las decisiones que afectan sus vidas, distinguiendo tres ámbitos: autonomía económica, autonomía en la toma de decisiones y autonomía física, así como la interrelación de las autonomías.
Un antecedente en la región de la generación de información y análisis sobre la situación de las mujeres y sobre la equidad de género en la esfera económica es la publicación El progreso de las mujeres en América Latina y el Caribe: transformar las economías para realizar los derechos, llevada a cabo en el año 2017 por la Oficina Regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe. El informe plantea tres escenarios de empoderamiento económico: el denominado “pisos pegajosos”, donde están las mujeres más pobres y con menores niveles educativos, excluidas del mercado laboral o insertas en trabajos precarios; el escenario de “escaleras rotas”, donde se ubican aquellas con educación secundaria e ingresos intermedios, pero sin redes de protección o beneficios que les permitan consolidar su empoderamiento o prevenir deslizamientos hacia el escenario anterior; y, por último, el escenario “techos de cristal”, donde están las mujeres con niveles educativos superiores e ingresos familiares altos, pero que ven limitadas sus posibilidades de crecimiento personal. A partir de este marco analítico, la DGEyC elaboró, con el asesoramiento de ONU Mujeres, el informe El progreso de las mujeres en la Ciudad de Buenos Aires: derechos y empoderamiento económico, sobre la participación y las condiciones que afrontan las mujeres en el mercado laboral, el acceso a recursos económicos y las brechas de género, teniendo en cuenta el contexto demográfico de la Ciudad de Buenos Aires.
Por último, cabe mencionar la iniciativa a nivel global denominada Alianza para el Gobierno Abierto (OGP), que funciona desde 2011 y que promueve que los gobiernos rindan cuentas ante la ciudadanía, garantizando el acceso a la información, destacando como ejes centrales la transparencia, la participación y la colaboración. Estas acciones, lideradas por instituciones públicas, resultan de un proceso de participación y cocreación junto a la ciudadanía y organizaciones de la sociedad civil, y se integran en planes específicos. Argentina forma parte de dicho programa desde 2012 y, por su parte, la Ciudad de Buenos Aires se sumó al Programa de Gobiernos Subnacionales de la Alianza para el Gobierno Abierto que se lanzó en 20156. En ese marco, el diseño de sistemas de indicadores contribuye a brindar información oportuna, integrada y de fácil acceso para la ciudadanía.
¿Por qué sistemas de indicadores en una oficina local de estadística?
Disponer de datos confiables con diferentes niveles de desagregación, que les permitan ampliar la comprensión de los problemas locales desde diferentes ópticas, es un desafío que enfrentan los gobiernos locales en los últimos años. Este proceso implica tener en cuenta especificidades y reconocer o incorporar diferentes dimensiones de análisis en la producción estadística que incentiven una “conversación pública” informada.
El conocimiento sobre la dinámica poblacional y sus efectos y la situación de grupos de población (NNyA, mujeres) o sobre aspectos específicos (ocupación, cuidados) y la constatación de la existencia de brechas de género en múltiples y variados ámbitos dan sentido a la construcción de sistemas de indicadores dentro de la Dirección General de Estadística y Censos (DGEyC) y en colaboración con organismos públicos y privados constituyen una vía para concienciar y sensibilizar a la sociedad y para dar valor al trabajo realizado por la DGEyC.
Desde este punto de vista, la puesta a disposición de información estadística en perspectiva comparada y con marcos de referencia claros y construidos en colaboración con actores sociales resulta esencial.
La DGEyC tiene, entre sus principales funciones, coordinar y dirigir los servicios que conforman el Sistema Estadístico de la Ciudad7 (SEC). El SEC integra información proveniente de los propios relevamientos de las DGEyC y de los registros administrativos generados por organismos públicos y privados que producen datos de interés y relevancia para la Ciudad.
A lo largo de su historia, la Dirección ha compilado y difundido información sociodemográfica sobre la población y los hogares de la Ciudad y sobre la actividad económica que se desarrolla en su territorio. Desde principios de la década del 2000, ha elaborado y organizado esa información y ha constituido un centro de documentación abierto a la comunidad (que funciona desde 2001) y un banco de datos accesible vía web (desde 2012). Con el avance de la informática, ambos fueron puestos a disposición de la comuna en la página web institucional.8
En 2012, la DGEyC creó el Observatorio Porteño sobre la Situación Social (OPSiS), como un sistema de indicadores sociales integrado al Sistema Estadístico de la Ciudad que hacía eje en las condiciones de vida y los procesos sociales a partir de los rasgos principales de la Ciudad, su interrelación y sus cambios en el tiempo (ver Población N°16). El OPSiS ponía a disposición una base de datos organizada en diferentes áreas temáticas (ocupación, ingresos, condiciones de vida, educación, salud, población, familia y hogares y promoción social), cada una de las cuales contenía dimensiones construidas agrupando los indicadores seleccionados. Asimismo, para cada indicador era posible consultar una ficha metodológica en la que se establecía su alcance y se precisaban sus características y limitaciones. El Observatorio dejó de actualizarse en 2014 para finalmente desactivarse en 2015.
En 2015, se creó por Ley Nº 5.463 el Sistema Integrado de Indicadores de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (SIDNNyA)9 sobre la base de los principios de protección integral de derechos, articulación intersectorial, transversalidad, integralidad, accesibilidad, transparencia y objetividad de la información. Es el resultado del trabajo conjunto de los equipos técnicos de la DGEyC y el Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.
Los objetivos centrales del SIDNNyA son: establecer criterios integrales para la producción, estandarización y difusión de indicadores de derechos de niños, niñas y adolescentes en la Ciudad de Buenos Aires; proveer de indicadores adecuados, desglosados, confiables y oportunos sobre la situación de la niñez y la adolescencia; posibilitar la comparación de datos y resultados; contribuir a visibilizar e individualizar las políticas de infancia y adolescencia, dentro del conjunto de políticas públicas, y difundir el nivel de cumplimiento de los derechos de niñas, niños y adolescentes en la CABA.
El SIDNNyA se presenta mediante una plataforma en línea, de libre acceso, organizada en dimensiones referidas a cada derecho, las cuales reúnen un conjunto de indicadores pertinentes, cuya selección responde a un enfoque basado en derechos. Todos los indicadores deben cumplir (para su inclusión) con pautas de pertinencia metodológica: deben estar asociados a algunos de los derechos, tener regularidad en su recolección y producción, disponer de una ficha técnica y estar desagregados al menos por algunas de las variables eje (edad, género, geolocalización).
La creación y actualización permanente de este sistema ha permitido superar, en gran medida, las dificultades de acceso a información confiable, actualizada y comparable sobre niños, niñas y adolescentes y sobre las políticas orientadas a su bienestar. Sin embargo, sigue siendo un desafío en el proceso de actualización del sistema, la incorporación de indicadores en aquellas dimensiones (Derechos) que aún no cuentan con información disponible como ocurre, por ejemplo, con el Derecho al Acceso a la Justicia. Este desafío supone lograr acuerdos duraderos sobre mecanismos de recopilación de datos que eviten duplicación de información y de tareas y permita la homologación y sistematización de conceptos y metodologías. La interacción comprometida con los productores de información primaria es un proceso que es necesario construir y fortalecer de manera permanente.
El Sistema de indicadores de Género de la Ciudad de Buenos Aires (SIGBA)10, se publicó en 2017; fue la primera experiencia de este tipo en Argentina y tomó como antecedente los sistemas de indicadores de México, Perú y Uruguay. Se pueden rastrear otras experiencias desarrolladas en jurisdicciones subnacionales, como la de Bogotá (Colombia) y Santiago de Compostela (España) a nivel local, y los casos de Yukon (Canadá), Berlín y Bradeburgo (Alemania), Taipei (Taiwán) y Dandenong (Australia) a nivel provincial (Gallo y Martelotte, 2019).
El SIGBA es una agrupación de datos provenientes de encuestas, censos y registros administrativos que dan una visión sistémica de la situación de género en la Ciudad; estos datos están organizados en tres dimensiones interrelacionadas, de acuerdo con el marco teórico previamente explicado, propuesto por la Comisión Económica para América Latina de Naciones Unidas (CEPAL): autonomía económica, autonomía física y autonomía en la toma de decisiones. Los indicadores de género son una demanda compartida de gobiernos, organismos internacionales y organizaciones sociales. La cooperación de la CEPAL con los países y jurisdicciones permitió instalar en la región el concepto de autonomía de las mujeres tanto en su utilización como categoría analítica como en la praxis de la política pública.
El SIGBA es resultado de la cooperación entre la Secretaría General y Relaciones Internacionales, la Dirección General de la Mujer y la Dirección General de Estadística y Censos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires11 con el propósito de generar información estadística para, por un lado, visibilizar la situación diferenciada de hombres y mujeres frente a distintas variables socioeconómicas y, por el otro, para la generación de políticas públicas basadas en evidencia que promuevan una mayor igualdad de género. Cada indicador que se incorpora se analiza en función de su disponibilidad, de su relevancia y de su sostenibilidad en el tiempo dentro del sistema estadístico.
El enfoque de género en las estadísticas públicas, es una política de Estado que la DGEyC ha encarado de manera sistemática, como se desprende del recorrido realizado para la elaboración de los diferentes sistemas de indicadores. La Ley N° 474/2000 en su Artículo 5, inciso c, estableció la incorporación de la perspectiva de género en la elaboración de todas las estadísticas y en la información resultante de las diversas áreas de Gobierno.
La posterior sanción de la Ley N° 5.924, en 2017, tiene como propósito garantizar la incorporación del enfoque de género en todas las producciones del Sistema Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires conforme al artículo 5 de la Ley 474 precedente. En el marco de esta ley que define a la DGEyC como autoridad de aplicación, la incorporación de indicadores de género al acervo estadístico se torna una responsabilidad institucional que abarca las tareas de producción, sistematización y difusión de información y está presente en los sistemas de indicadores analizados en este informe.12
En el marco de referencia adoptado, la autonomía de las mujeres se entiende como un proceso de transformación de las condiciones de subordinación, “producto de la injusticia, de la mala distribución del poder, los ingresos y el tiempo entre hombres y mujeres, así como de la falta de reconocimiento de los derechos de las mujeres por parte de las élites políticas y económicas” (CEPAL, 2011, p. 9).
Producir estadísticas e indicadores con enfoque de género es posible en la medida que se plantee la discusión sobre qué incluir o dejar afuera y se reflexione sobre las fuentes de información que pueden dar sustento al sistema y, especialmente, sobre las estrategias de fortalecimiento de las mismas. En tal sentido, generar datos a nivel de áreas menores, como son las comunas de la Ciudad, es un eje a incorporar como mejora en el Sistema de Indicadores de Género para dar cuenta de brechas que quedan ocultas en los datos agregados. También es un reto para la mejora del sistema incluir indicadores que den cuenta de las interrelaciones entre las distintas dimensiones de las autonomías.
En 2019, con el fin de acercar a la población usuaria de forma accesible e integrada un conjunto de datos que describieran la situación y evolución de la población para el total de la Ciudad y de las divisiones político-administrativas que la componen, la DGEyC elaboró y publicó en su sitio web el Sistema de Indicadores Demográficos13. Su diseño toma en consideración la teoría de la Transición demográfica que da cuenta de los cambios observados en el crecimiento de distintas poblaciones y los factores asociados. Las dimensiones vinculan el tamaño y crecimiento poblacional con la dinámica de los componentes que intervienen (fecundidad, mortalidad y migraciones), así como los efectos en su composición (por sexo y edad, género, lugar de nacimiento, situación conyugal) y en la conformación de los hogares.
Los procesos demográficos presentan disparidades en sus ritmos y características según realidades espaciales y socioeconómicas heterogéneas; en función de eso se realiza una selección de indicadores por comuna que dan cuenta de la distribución espacial de las distintas dimensiones en las que se estructura el sistema.
En este momento, se evalúa la incorporación de datos que den cuenta de fenómenos recientes, como es el caso de la nueva inmigración procedente de países latinoamericanos no limítrofes, con base en la Encuesta Anual de Hogares de la Ciudad que releva la Dirección y que permite contar con información entre censos. Así, también, otra meta es poder caracterizar los fenómenos demográficos, focalizando en distintas poblaciones y hogares acorde a variables socioeconómicas como ingresos, clima educativo y situación de pobreza multidimensional que enriquezcan la mirada y el análisis.
En 2020, y en el marco de las recomendaciones realizadas por ONU Mujeres, la OCDE y el PNUD para que los gobiernos incorporaran una perspectiva de género en su respuesta a la emergencia por el COVID-19 (prestando especial atención a mujeres, niñas y adolescentes), la DGEyC se propuso producir y sistematizar información relevante con dicha perspectiva para la toma de decisiones durante la pandemia, en el día después y para el posicionamiento de la estrategia de abordaje del COVID-19 de la Ciudad de Buenos Aires.
La plataforma generada14, Pandemia y Género en la Ciudad, se ancla en las prácticas del Gobierno de la Ciudad de puesta a disposición de información pública para la toma de decisiones sobre la base de evidencia, tomando como punto de partida los indicadores diseñados y propuestos por ONU Mujeres que fueron complementados con otros que reflejan la realidad local de la Ciudad.
Por último, el Sistema de Indicadores de Cuidados de la Ciudad de Buenos Aires (SICCABA)15 se publicó en 2021 con el objetivo de brindar información confiable y actualizada sobre la organización del cuidado en la Ciudad de Buenos Aires. Se construyó a partir de indicadores que buscan visibilizar el modo en que se organiza el cuidado en la Ciudad de Buenos Aires a partir de la interacción entre los diferentes actores que proveen servicios de cuidado y los hogares y personas que los requieren (en particular niños, niñas y adolescentes, población adulta mayor y población con discapacidad).
En sentido estricto, el término “cuidado” refiere a
la ayuda para las actividades de la vida cotidiana (AVD) a personas que no pueden hacerlo por sí mismas… en sentido más amplio cubre el cuidado directo (persona a persona) y el indirecto (preparación de comidas, limpieza, mantenimiento de ropa y utensilios, gestiones, transporte), asimilándose al conjunto del trabajo doméstico no remunerado. (Durán, 2021, p. 4)
Construido con el asesoramiento de especialistas de la sociedad civil en la temática de cuidado, de la academia y de funcionarios y funcionarias16, el sistema organiza sus indicadores según el marco conceptual del diamante del cuidado (Razavi, 2007), agrupando los indicadores en cada uno de sus vértices: Estado, Hogares, Organizaciones de la sociedad civil y Sector privado. Como en el resto de los portales, este sistema incluye indicadores de contexto, en este caso, referidos a la población y los hogares con personas potencialmente demandantes de cuidados.
Abordar el tema del cuidado resulta complejo y revela la necesidad de contar con información no siempre existente en su definición más amplia, pero también en sentido estricto. Representa un desafío alcanzar un conocimiento acerca del conjunto de necesidades de cuidado de una sociedad y, en particular, de la demanda por parte de personas mayores y personas con discapacidad, relevantes para la planificación y generación de un cuidado institucional. También se torna indispensable desde el lado de la oferta, poder dimensionar el aporte que realizan organizaciones de la comunidad que hoy integran el vértice del cual se dispone de menos información. Advertir sobre las condiciones laborales y de formación de quienes realizan tareas de cuidado es, asimismo, otra de las áreas pendientes y a profundizar en el Sistema de Indicadores que la Dirección desarrolló en forma reciente.
Los datos de los distintos sistemas son actualizados anualmente, momento en el que, además, se analiza y evalúa la incorporación de nuevos indicadores, lo cual implica un desafío en relación con la existencia de datos, la construcción de definiciones conceptuales y operacionales (formas de cálculo), su desagregación por unidades territoriales menores (zonas, comunas) o su estimación para distintos grupos demográficos, en especial cuando refieren a dimensiones o temas pocos desarrollados.
A modo de síntesis
Por todo lo visto hasta aquí, es posible acordar que los Sistemas de Indicadores Sociodemográficos en el Sistema Estadístico de la Ciudad se construyeron como herramientas para la difusión de información estadística relativa a las condiciones de vida de grupos de población específicos y para el seguimiento de cuestiones sociales en la Ciudad de Buenos Aires; estos instrumentos permiten identificar tendencias, brechas, disparidades territoriales para una toma de decisiones informada y para el monitoreo de políticas y programas públicos.
En tal sentido, la DGEyC ha rescatado antecedentes y lo que ha sido desarrollado en agendas internacionales y regionales sobre las distintas temáticas. Ha seguido la trayectoria de otras oficinas de estadística, conformando alianzas interinstitucionales e intergubernamentales que permitan garantizar la sustentabilidad técnica, financiera y social de cada proyecto estadístico. De este modo, la participación de actores diversos de la sociedad civil y de centros de estudios resultó clave tanto para la construcción de los marcos conceptuales como para la identificación de dimensiones relevantes en cada sistema y su validación. Otro aspecto a destacar es la creación y reglamentación de normativa que respalda y da sustentabilidad institucional a los sistemas como parte de políticas públicas.
Los sistemas de indicadores, por los marcos conceptuales que los sustentan y ordenan y por el tipo de información que ponen a disposición y presentan en forma integrada, están orientados a mejorar el seguimiento de los cambios societales por parte de la población —en consonancia con las necesidades democráticas de acceso a la información pública—, así como también a posibilitar el análisis y evaluación de las políticas sociales.
Asimismo, la utilización de fuentes provenientes tanto de censos y encuestas como de datos administrativos generados en el marco del Sistema Estadístico de la Ciudad (SEC) ha permitido la incorporación de indicadores (cada uno con su ficha técnica o metadato disponible) que pueden ser comparables no solo dentro del Sistema Estadístico Nacional, sino también con otros países.
Resulta un desafío para estos sistemas contar con información actualizada y normalizada proveniente no solo de encuestas y censos, sino también de registros administrativos de los diferentes organismos puestos en valor estadístico. Esta es otra dimensión en la que el trabajo coordinado entre áreas gubernamentales y actores de la sociedad civil se torna indispensable.
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Anexo
Notas